INSTITUTO HYPATIA

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miércoles, 30 de septiembre de 2015

ESCUCHAR A LOS NIÑOS DESDE LA INFANCIA (EN VOZ ALTA)

Por Mariluz Barrera González.
(Publicado en la revista EL PUENTE)

Cuando las personas me preguntan por qué empecé a escribir, me doy cuenta que en sí no tengo clara una respuesta.  Fueron muchos motivos y circunstancias las que sucedían en mi vida en aquellos momentos cuando decidí hacerlo formalmente, siempre lo hice desde muy joven, una libreta con poemas, reflexiones y frases fue mi compañera; pero ya en mi vida adulta después de la muerte de mi padre y de algunas situaciones e injusticias en mi vida laboral, me di cuenta de que callamos siempre muchas cosas que se van quedando guardadas en algún lugar  y que finalmente buscan como salir, tal vez en forma de síntomas físicos o emocionales.
Empecé con un blog que llamé En Voz Alta, en donde escribí artículos que abordaban diversos temas, desde salud mental, emocional, política y educación, para mi sorpresa la respuesta de las personas fue inmediata, y entonces surge la idea de publicar en un diario local, no fue sencillo, la respuesta no fue positiva, pero en un diario muy popular de la península me hicieron el honor de aceptarme la publicación de mis artículos.  Nuevamente la gente me respondía favorablemente, pero lo que más me conmovía era que me dijeran que yo lograba transmitir lo que ellos pensaban y sentían y que de alguna manera se identificaban con mis letras.
 
Como terapeuta he descubierto que uno de nuestros más graves problemas es que no somos escuchados, y que gracias a ello desarrollamos una enorme dificultad para expresar y saber lo que realmente nos sucede; es en la infancia cuando empezamos a vivir en un mundo que no está hecho para nosotros, son los niños seres sin voz, así los llamo, y lo trágico es que todos así empezamos, lo que nos lleva a desarrollar esa incapacidad de externar lo que sentimos, y es que para hablar hace falta que alguien se interese en lo que deseamos expresar.

En mi estado es muy común llamar a los campechanos apáticos y que nunca reclamamos ni exigimos nuestros derechos, pero es en todo el país que este mal abunda y por supuesto en el mundo entero; pero es mi teoría la de no ser escuchados desde la infancia la que me remite a creer que es algo que se arraiga fuertemente en nosotros.  Son los niños los que tienen una capacidad auténtica de mirar la realidad, somos los adultos los que miramos lo que queremos ver y nos pintamos la realidad que mejor nos acomoda, con el tiempo es probable que los niños terminen viendo lo que nosotros miramos, pero por suerte para el mundo muchos niños ahora se resisten a evadir la realidad, porque de alguna manera se impone y no hay poder humano que la pueda borrar.   Los niños que  llegan a mi consultorio son aquellos que se resisten, que ante la incongruencia de nuestro proceder en el mundo se crean conflictos existenciales que tristemente no son comprendidos por la gente a su alrededor. Conectarme con los niños ha sido uno de mis grandes dones, escucharlos e interesarme en lo que sienten y mirar lo que ellos miran es maravilloso, tener el placer de que me dejen entrar en sus mundos  con la certeza de que no son seres incompletos, sino personas en toda la extensión de la palabra, con una personalidad e intereses definidos me da la opción de interesarme y quererlos conocer.

Tal vez fui una niña como todos, pero tuve la fortuna de tener un padre que se interesó por quien era, y se maravilló con quien soy; en uno de los momentos más difíciles de mi vida inicié un proyecto titulado 365 días en voz alta, en donde decidí narrar mis experiencias como psicóloga, madre y sobreviviente de Lupus y no me arrepiento, contar mi historia no solo ha sido rico para mí, sino para muchos otros que como yo se sienten sin voz.  Urge escuchar con atención a los niños para crecer adultos en una sociedad con el alma En Voz Alta sin miedo de sentir y de expresar, con la seguridad de que somos escuchados y que tenemos cosas geniales para contar; lo que nos hace seres únicos y valiosos y creará la autoestima que al final nos llevará a triunfar.


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